El origen del mercado internacional de divisas surge a partir de la necesidad de establecer una referencia de valor y comparación que posibilite el comercio de bienes y servicios entre países.

La infraestructura del mercado cambiario internacional permite el comercio internacional y el libre flujo de capitales entre los países. Así cómo es posible comerciar en cualquier país del mundo utilizando a las divisas como medio de intercambio, también se puede invertir en activos financieros.

Conociendo la definición más elemental del dinero, como medio de intercambio de bienes y servicios, empezamos a definir el valor del mismo en función del concepto de poder adquisitivo absoluto. Hay dos conceptos fundamentales que se derivan del dinero, y éstos son el poder adquisitivo absoluto y relativo.

El poder adquisitivo absoluto de una moneda significa cuantos bienes o servicios puede comprar la unidad monetaria en la economía en la que circula. El concepto asociado a este poder de compra absoluto del dinero es la inflación. La inflación es la medición de los precios de una canasta de bienes y servicios llamada “costo de vida” y su cambio en el tiempo. Condiciones inflacionarias indican que el dinero está perdiendo su poder adquisitivo absoluto, mientras que condiciones deflacionarias ofrecen el panorama contrario.

El poder adquisitivo relativo se refiere a la comparación de valor de una moneda con respecto a los bienes y servicios del resto del mundo, o en su caso más general, al valor de una moneda con respecto a otra. Básicamente, se está comparando dinero contra dinero en diferentes denominaciones. Fruto del ejercicio de la referencia de valor entre dos monedas surge el concepto económico de tipo de cambio, o lo que se conoce en la jerga del Forex como paridades. Este concepto de poder adquisitivo relativo es lo que en última instancia se termina negociando en el mercado Forex por parte de los participantes, consciente o inconscientemente.